Lo que no se cuenta: mientras el mundo se pelea por un tuit, otros se mueren en silencio

 



Un artículo de EL REDACTOR

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Hablan de Gaza. Y tienen razón: allí hay horror, hay dolor, hay niños bajo los escombros.
Pero mientras el planeta se divide entre “con” o “contra”, hay otros lugares donde la muerte no tiene ni siquiera un testigo.
Donde no hay cámaras, no hay influencers, no hay trending topics.
Solo gente que sufre en la sombra… porque su sufrimiento no sirve para los intereses de nadie.

Sudán: la guerra que nadie quiere ver

Desde abril de 2023, Sudán se desangra.
No es un conflicto nuevo, pero desde que el ejército regular y las Fuerzas de Apoyo Rápido (milicias paramilitares) se enfrentan por el control de Jartum, el país ha caído en el caos total.

Según la ONU:

  • Más de 15.000 personas muertas.
  • Más de 8,2 millones desplazadas —la mayor crisis de desplazamiento del mundo en este momento.
  • 24,6 millones de personas (más de la mitad de la población) necesitan ayuda humanitaria urgente.

Pero ¿cuántos informativos has visto dedicados a esto?
Cero.
Porque Sudán no tiene petróleo que interese a Europa.
No está en la frontera de la OTAN.
Y sus muertos no generan réditos políticos.

Allí, los hospitales funcionan con velas.
Las mujeres son violadas sistemáticamente como arma de guerra —lo confirma Médicos Sin Fronteras.
Los niños mueren de cólera, sarampión y desnutrición en campos improvisados.
Y mientras, el mundo debate si un político dijo mal una palabra sobre otro conflicto.

Congo: la mina de nuestros móviles

En la República Democrática del Congo, la guerra no tiene fin.
Desde 1996, más de 6 millones de personas han muerto en una espiral de violencia por el control de los minerales más valiosos del siglo XXI: coltán, cobalto, estaño y tungsteno.

¿Para qué sirven?

  • El coltán está en cada teléfono inteligente.
  • El cobalto en las baterías de coches eléctricos.
  • El estaño en los circuitos de tus electrodomésticos.

Empresas europeas, chinas y estadounidenses compran estos minerales a través de cadenas opacas.
A menudo, provienen de minas donde trabajan niños, donde las milicias imponen el terror y donde un día de trabajo paga un plato de arroz.

La UE exige “transición verde”.
Pero no exige que esa transición se construya sobre esclavitud moderna.
Y tú, sin saberlo, llevas un pedazo de ese sufrimiento en el bolsillo.

Yemen: la peor crisis humanitaria del mundo (y la más ignorada)

La ONU lo ha dicho una y otra vez: Yemen es la peor crisis humanitaria del planeta.
Nueve años de guerra han dejado:

  • 377.000 muertos (según cifras de la ONU hasta 2021; desde entonces, la violencia no ha cesado).
  • 21 millones de personas —el 70% de la población— dependen de ayuda para sobrevivir.
  • 2,2 millones de niños desnutridos, de los cuales 540.000 sufren desnutrición aguda severa: es decir, están al borde de la muerte.

La guerra la alimenta una coalición liderada por Arabia Saudí…
…y armada por Estados Unidos, Reino Unido, Francia y España.

Sí, España.
En 2023, el gobierno español autorizó la venta de bombas de aviación y componentes militares a Arabia Saudí por valor de más de 300 millones de euros.
Mientras, en Yemen, una madre camina 10 kilómetros al día solo para llenar un cubo de agua contaminada.
Y en Madrid, nadie lo menciona.

Sáhara Occidental: el pueblo que el mundo borró del mapa

España fue la potencia colonial del Sáhara Occidental hasta 1975.
Cuando se fue, no organizó un referéndum de autodeterminación, como le obligaba el derecho internacional.
En su lugar, firmó los Acuerdos Tripartitos de Madrid y entregó el territorio a Marruecos y Mauritania.

Hoy, más de 170.000 saharauis viven en campamentos de refugiados en el desierto argelino.
Nacieron allí. Crecieron allí. Muchos han muerto allí.
Nunca han pisado su tierra.

Marruecos ocupa ilegalmente el Sáhara y explota sus recursos:

  • Fosfatos: es la segunda reserva más grande del mundo.
  • Pesca: aguas ricas que la UE paga para explotar.
  • Energía eólica: parques que se construyen sobre territorio ocupado.

En 2021, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó que los acuerdos pesqueros y agrícolas entre la UE y Marruecos no pueden incluir el Sáhara Occidental.
Pero en 2023, la UE renovó esos acuerdos incluyendo explícitamente productos saharauis.

¿Por qué?
Porque el Sáhara no tiene lobby.
No tiene petróleo.
Y a Occidente le conviene mirar para otro lado.


Entonces, ¿por qué unos duelos son globales y otros invisibles?

No se trata de comparar quién sufre más.
El dolor no tiene ranking.

Se trata de preguntar:
¿Quién decide qué sufrimiento merece ser visto?
¿Los algoritmos?
¿Los gobiernos?
¿Las empresas que venden armas y minerales?

Gaza duele.
Pero también duele el silencio sobre Sudán.
Duele que el Congo sea “el conflicto olvidado”.
Duele que Yemen sea solo una palabra en un informe.
Duele que el Sáhara sea un incordio diplomático, no un pueblo con nombre y apellido.

El Muro no elige qué sufrimiento merece lágrimas.
Nosotros decimos: ¡Que se sepa todo!

Porque si solo lloramos cuando nos lo mandan en un reel…
no somos solidarios: somos espectadores.

Y mientras miramos donde nos señalan,
el mundo real sigue ardiendo en silencio.



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