¿Protección o persecución? La generación Z se enfrenta al relato oficial sobre la violencia de género
Una noticia ha sacudido los círculos mediáticos esta semana: The Objective publica un estudio que revela que el 50% de los jóvenes españoles considera que el hombre está “desprotegido” ante la posibilidad de denuncias falsas en casos de violencia de género. Y no son unos cuantos adolescentes desinformados: hablamos de una generación —la Z— educada bajo el paraguas del mainstream feminista institucional, con asignaturas de “igualdad” obligatorias desde primaria, y sin embargo… cada vez más escéptica.
Este dato no es anecdótico. Es un síntoma de una fractura creciente entre el discurso político-institucional y la percepción real de la juventud. Y merece una lectura honesta, no una condena rápida con sello ideológico.
Sí, la violencia de género es “muy grave”. Pero…
Vamos con los números: según la encuesta citada por The Objective, el 74% de los jóvenes sigue considerando la violencia machista como un problema “muy grave”. No se trata, por tanto, de negar la existencia del problema —como algunos querrán que creamos—. Se trata de que el tratamiento que se le da ha dejado de convencerles.
Porque algo falla cuando quienes más han recibido mensajes de “alerta violeta” son, precisamente, los más críticos con los mecanismos de aplicación. ¿Por qué?
- Porque ven cómo se instrumentaliza lo grave para justificar lo arbitrario: campañas judiciales masivas sin garantías mínimas, como las operaciones “cacería” en las que se detiene a decenas de hombres en un solo día, con escasa o nula prueba más allá de una denuncia —a veces reiterada en tribunales como estrategia procesal.
- Porque conocen casos reales: compañeros de instituto, primos, vecinos… que han pasado meses en prisión preventiva por una acusación sin sostén, mientras la investigación avanzaba a paso de tortuga. Y cuando al fin se demostró su inocencia, nadie les devolvió el tiempo, el empleo o la reputación.
- Y porque, sencillamente, no quieren que su futuro dependa de una denuncia sin pruebas. En una sociedad donde una acusación puede costarte el trabajo, el acceso a tus hijos o tu libertad, la exigencia de presunción de inocencia no es “machismo”: es sentido común.
¿Rechazo al feminismo? O… ¿rechazo a su versión hegemónica
No se trata de que los jóvenes rechacen la igualdad —todo lo contrario—. Lo que rechazan es un feminismo que ha dejado de defender a las mujeres para convertirse en una policía ideológica que castiga al hombre por defecto.
Este feminismo institucionalizado —el que se imparte en los colegios, se difunde en medios públicos y se legisla desde el ministerio— ha cometido tres errores fatales:
- Convertir la excepción en regla: sí, existen denuncias falsas. No son la mayoría —pero no son “mínimas” ni “insignificantes”, como repite el mantra oficial. El CGPJ registra entre un 7% y un 12% de archivos por falta de indicios o falsedad acreditada. Eso son miles de vidas rotas cada año.
- Negar el sufrimiento masculino: suicidios tras separaciones conflictivas, custodias monoparentales impuestas, campañas de descrédito en redes… Todo ello bajo el silencio cómplice de quienes deberían defender los derechos humanos, no solo una mitad de ellos.
- Confundir la justicia con la venganza: cuando el objetivo ya no es proteger, sino “conseguir condenas”, algo se ha roto en el sistema. Y los jóvenes lo notan. A ellos no les engañan con eslóganes: les importa la equidad, no la militancia.
No es antifeminismo. Es posideología.
Lo que está emergiendo no es un “retorno del machismo”, sino una generación postdogmática. Quieren datos, no consignas. Quieren justicia, no justicialismo. Quieren proteger a las mujeres reales —y también a los hombres inocentes.
Y eso no es peligroso. Es saludable.
Porque una democracia no se mantiene sobre la base del miedo, la sospecha generalizada o la culpabilidad colectiva. Se sostiene sobre el Estado de Derecho, sobre el debido proceso, sobre la dignidad de todas las personas —incluso de quienes están en el banquillo.
Un llamado a la serenidad —y a la reforma
Desde SOS Radio España, reafirmamos lo obvio:
✅ Toda víctima de violencia merece protección inmediata, apoyo psicológico y justicia segura.
✅ Ningún inocente debe pagar por los crímenes de otros.
✅ La denuncia falsa no es un mito: es un delito que debe perseguirse con la misma energía que la violencia real.
Llegó la hora de dejar de instrumentalizar el dolor ajeno. De diseñar políticas basadas en la evidencia, no en la propaganda. Y de escuchar —de verdad— a quienes serán los ciudadanos de mañana.
Porque si los jóvenes ya no creen en el sistema… tal vez no sea ellos los que están equivocados.
⚠️ Este artículo no niega la violencia machista. La toma en serio —y por eso mismo, rechaza su banalización política.
#SOSRadioEspaña #JusticiaReal #GeneraciónZ #NoMásRelatosÚnicos

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