37 millones para “descolonizar” África… desde una Generalitat que no sabe gestionar sus propias listas de espera
Por SOS Radio España — 1 de diciembre de 2025
Mientras en los hospitales catalanes los pacientes esperan más de 180 días para una resonancia, mientras las familias se endeudan para pagar una rehabilitación privada y mientras en las clases de secundaria hay 32 alumnos por aula… la Generalitat de Cataluña anuncia con orgullo que va a destinar 37 millones de euros a “proyectos feministas y descoloniales” en África y América Latina.
Sí. Has leído bien:
37 millones.
No para infraestructuras.
No para sanidad.
No para vivienda social en su propio territorio.
Sino para… descolonizar el imaginario colectivo desde una perspectiva interseccional en el marco de una justicia climática global.
(No es ironía: esa frase está literalmente en una de las convocatorias.)
¿Quién “descoloniza” a quién?
Vamos a resumir sin eufemismos lo que propone el decreto recién publicado en el Diari Oficial de la Generalitat:
- Financiación de ONGs locales (muchas de ellas vinculadas ideológicamente a partidos de izquierda radical) para “transformar estructuras patriarcales y neocoloniales”.
- Promoción del feminismo comunitario, el buen vivir y la soberanía alimentaria desde la cosmovisión indígena.
- Programas de formación en “epistemologías del sur” y “crítica al eurocentrismo científico”.
- Apoyo a “movimientos de resistencia anticolonial”… algunos de los cuales, curiosamente, tienen vínculos documentados con grupos armados o regímenes autoritarios.
Y todo esto, mientras Cataluña sigue sin cumplir ni una sola de las recomendaciones del GREVIO (el organismo del Consejo de Europa que supervisa la aplicación del Convenio de Estambul) sobre protección real a víctimas de violencia machista.
¿Alguien ve aquí un problema de prioridades?
El espectáculo de la virtud… a costa del contribuyente
Este tipo de cooperación no es ayuda. Es diplomacia ideológica de bajo coste político y alto impacto simbólico.
- Bajo coste: porque al estar el dinero destinado fuera, no genera presión local. Nadie en Barcelona protesta porque se gaste en “deconstrucción del heteropatriarcado en Bolivia” lo que podría ir a una guardería en Santa Coloma.
- Alto impacto simbólico: porque permite a los gobernantes aparecer como progresistas globales, aliados del sur, defensores de lo político correcto… sin tener que resolver ningún problema real aquí.
Es la versión 2.0 del colonialismo moral: “Nosotros, los ilustrados del norte”, vamos a salvaros del patriarcado, del capitalismo y del pensamiento lineal… aunque para ello tengamos que imponeros nuestra ideología como única verdad.
No es solidaridad. Es neo-misionerismo ideológico.
¿Y los africanos? ¿Qué opinan ellos?
Hablamos con varios investigadores africanos que prefieren el anonimato —no por miedo, sino porque saben que contradecir el relato “progresista europeo” les cierra puertas de financiación.
Uno, profesor de Ciencias Sociales en Senegal, nos escribió esto:
“Nos dan dinero para hablar de ‘colonialidad del género’, pero no para construir laboratorios. Nos piden que critiquemos a nuestros propios gobiernos con lenguaje decolonial… pero no nos ayudan a combatir la corrupción real. Y si decimos que queremos desarrollo tecnológico, educación laica y Estado de Derecho… nos tachan de ‘cómplices del neocolonialismo’. ¿Quién coloniza a quién aquí?”
Otro, una activista nigeriana de derechos humanos, fue más contundente:
“Las mujeres que sufren mutilación genital, trata sexual o matrimonios forzados no necesitan talleres de performatividad queer. Necesitan leyes que se cumplan, policías que no exijan sobornos y escuelas donde sus hijas no sean violadas por los profesores. Pero eso no vende en Barcelona.”
El doble rasero: rigidez local, permisividad global
¿Sabes qué es lo más revelador?
Que mientras en Cataluña se multa a un bar por poner una servilleta con una frase “machista”, mientras se censuran obras de teatro por no tener el “equilibrio identitario correcto”, y mientras se persigue a médicos que se niegan a tratar a menores con bloqueadores sin evaluación psiquiátrica rigurosa…
en los proyectos financiados en el extranjero no se exige ningún estándar de derechos humanos universal.
¿Apoyan a colectivos que rechazan la homosexualidad? Da igual: si son “antipatriarcales”, entran.
¿Promueven prácticas culturales que violan derechos individuales? Da igual: si son “propias del buen vivir”, se respetan.
En resumen: aquí, dogmatismo rígido. Allí, relativismo selectivo.
Todo, por supuesto, en nombre de la tolerancia.
Exigimos transparencia —y sentido común
Desde SOS Radio España, pedimos tres cosas claras:
- Publicación íntegra de los convenios: nombres de las ONGs beneficiarias, montos exactos, criterios de selección y resultados medibles. Sin jerga ideológica: con indicadores reales (¿cuántas mujeres accedieron a justicia? ¿cuántos niños dejaron la escuela por estos proyectos?).
- Revisión de prioridades: antes de “descolonizar el pensamiento en Burkina Faso”, ¿por qué no descolonizar el clientelismo político en los ayuntamientos catalanes?
- Respeto al Sur Global: África y América Latina no son un laboratorio de experimentos ideológicos. Son continentes con millones de personas que merecen desarrollo, no discursos.
📻 ¿Ves esto como solidaridad… o como postureo con fondos públicos?
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